Signor
Hoffman,
Eduardo Halfon, Libros del Asteroide, 2015, 144 págs., 13€.
Pertenece el escritor
Eduardo Halfon a una doble minoría dentro de la literatura escrita en español.
Por un lado, su nacionalidad guatemalteca lo sitúa en una posición de inferioridad
con respecto a sus colegas de países con mayor peso demográfico y editorial.
Por otro, el hecho de ser judío también resulta llamativo, al menos desde el
punto de vista español, por la escasez de escritores de este origen que viven
en nuestro país. Halfon opta por usar esta doble excepcionalidad dentro del
canon literario en español como punto de partida para Signor Hoffman.
El país natal de Halfon
es el escenario de la mitad de las seis historias que componen la obra, que se
mueven entre el testimonio y la autoficción. En los tres textos ubicados en el
país centroamericano, el narrador viaja a otros tantos lugares de su nación.
Comparten estas tres localidades su carácter provinciano, lejos de la capital,
y humilde, aunque el objetivo de cada uno de los tres periplos es muy
diferente. En el primero de ellos, Halfon busca la costa del Pacífico para
pasar un día en la playa y descubre una escena entre pintoresca y cruda que no
lo deja indiferente. En “Han vuelto las aves” la finalidad del viaje se cumple en
el propio texto: dar a conocer la exitosa experiencia de una pequeña
cooperativa cafetera del interior del país. El último relato del tríptico
guatemalteco nos presenta al autor varado, por problemas burocráticos y
mecánicos, en la frontera con Belice, adonde debía dirigirse para dar una
conferencia.
Halfon se siente en cada
uno de estos lugares como un extranjero dentro de su propia patria. El origen
hebreo de su familia y el hecho de vivir fuera de Guatemala hacen que en estos
pueblos no lo reconozcan como un compatriota, provocando en el autor un
conflicto identitario que también aparece en los dos textos que giran en torno
a su condición de judío. Retoma la difícil relación con sus raíces y sus
ancestros que ya aparecía en su anterior libro: Monasterio. Si en aquel libro Halfon visita Israel para asistir a
la boda de su hermana, en “Signor Hoffman” viaja hasta Italia para dar una
charla en un antiguo campo de concentración. La equivocación del presentador
con su apellido, de Halfon a Hoffman, queda como una anécdota frente al retrato
cáustico del centro, reconstrucción del original, y de su director. Mucho mayor
calado personal posee el viaje a Lodz, ciudad polaca en la que vivió su abuelo
antes del Holocausto, narrado en “Oh gueto mi amor”. Recorre, acompañado de una
singular dama polaca, las calles en las que creció el padre de su madre sin
saber muy bien qué está buscando.
El viaje, a la Polonia de
sus antepasados, a Italia, a los pueblos guatemaltecos, es un tema central en el
libro y también aparece en el otro texto: “Sobrevivir los domingos”. En él narra la historia de una mujer
neoyorquina que ofrece un concierto gratuito de jazz en su apartamento todas
las semanas como homenaje a su hijo muerto. El hecho de que el texto termine
justo cuando el narrador está llegando al piso donde se celebra el concierto
representa bastante bien ese carácter fragmentario, como de narración oral, que
tienen los personalísimos y siempre interesantes libros de Halfon.
Reseña publicada en El Noroeste:
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