Los afectos, Rodrigo Hasbún, Random House, 2015, 140
págs., 15€.
Algunas historias reales
poseen todos los elementos que asociamos a las buenas ficciones. Personajes
interesantes, giros inesperados, relaciones difíciles… Existe una larga
tradición de escritores que han aprovechado biografías singulares para, con
mínimos cambios, crear una novela en torno a ellas. En estos casos no nos
encontramos ante biografías, sino ante obras literarias que tienen como base la
realidad en un alto porcentaje pero que introducen elementos que no hallábamos en la vida real.
Un ejemplo actual de este tipo de novelas es Los afectos del boliviano Rodrigro Hasbún.
Parte este joven narrador
sudamericano de la historia de la familia Ertl. Desconozco si existen obras
previas que hayan ficcionalizado este estupendo material narrativo que son las
andanzas de estos cinco alemanes que emigraron
a Bolivia a mediados del siglo XX, pero no me resultaría extraño por
tratarse de una historia muy peculiar. Tras la Segunda Guerra Mundial, el
patriarca de los Ertl, eminente fotógrafo y aventurero, se estableció en La Paz
junto a su mujer y sus tres hijas. Tras varias exploraciones arqueológicas por
la selva, en las que lo acompañaron sus dos hijas mayores, se retiró a una
finca del Este del país. La mayor de sus hijas, Monika, tuvo, en las décadas de
los sesenta y de los setenta, un papel fundamental en la Historia de Bolivia.
Esta insólita historia,
un importante fotógrafo de la Alemania nazi que acaba con su familia en
Bolivia, es el material con el que Rodrigo Hasbún teje una trama en cuyo centro
se encuentran las relaciones familiares de los Ertl. Es cierto que las
exploraciones o la militancia política también adquieren en fases distintas de
la obra un gran peso, pero, al final, Los
afectos, nos presenta un retrato de los claroscuros de una familia. Tanto
los padres como las tres hijas se nos presentan como personajes aislados, cuya
relación con sus familiares fluctúa entre el compañerismo y el desapego, entre
el cariño y el olvido.
Para mostrarnos estos
afectos y desafectos que, a lo largo de varias décadas, se suceden entre los
Ertl, opta Hasbún por una narración fragmentada que no sigue siempre el orden
cronológico y que cuenta con varios narradores. Así, prácticamente cada
capítulo nos muestra los hechos y, sobre todo, los sentimientos que afloran
entre los miembros de la familia y algunas personas cercanas a ella desde la
perspectiva de uno de ellos. Mientras que los padres aparecen retratados
siempre con cierta distancia, las hijas son las que adquieren el mayor
protagonismo de la novela. La mayor, Monika, es la que posee una biografía más
atractiva, por lo que Hasbún opta por concederle un mayor peso en la obra;
Heidi, la segunda de ellas, comienza mostrando su difícil relación con Monika y
cierto complejo de Electra, pero acaba exiliándose de Bolivia y de la propia
familia; Trixi, la menor, aparece primero como el apoyo de su madre, el
personaje más triste de la novela, y, finalmente, como una especie de notario
que describe la vida de sus hermanas mientras lleva un vida anodina.
Aunque al final echemos
de menos un mayor desarrollo de algunos temas, el libro es muy breve, se trata
de una interesante novela que nos muestra una familia singular, pero con los
mismos problemas que afectan a todas las demás.
Reseña publicada en El Noroeste:
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