Honestidad brutal o la huida hacia delante de Andrés Calamaro, Darío Manrique, Lengua de Trapo, 167 págs, 2014, 16€.
Los libros sobre música moderna tienen una gran tradición en países como Inglaterra, donde la vida y la obra de los artistas de rock ha sido escudriñada desde casi cualquier perspectiva. Existen, incluso, colecciones dedicadas a a analizar discos concretos, como la que ha traído a España la editorial Libros Crudos con el nombre de 33 1/3. Siguiendo esta línea, Lengua de trapo ha apostado por este tipo de volúmenes y, con obras sobre músicos nacionales tan heterogéneos como Nacho Vegas, Kortatu o Enrique Morente, desde hace unos años mantiene la colección Cara B.
El último de estos libros publicado ha sido el de Darío Manrique sobre Honestidad Brutal, disco doble que Andrés Calamaro lanzó en 1999. La obra sigue las pautas de este tipo de escritos, que mezclan análisis de las canciones con la narración de los avatares que rodearon su grabación. En el caso del libro de Manrique, echamos en falta algo más de profundidad en las disquisiciones sobre la letra y la música de los treinta y siete temas del disco, cuyo análisis se solventa casi siempre con unas pocas líneas sobre lo más destacado del tema.
Seguramente el autor sacrifica esa mayor profundidad, que sí encontramos en los volúmenes publicados por Discos Crudos, en beneficio de la creación de un libro ameno y de ágil lectura. A pesar de que el volumen supera las ciento sesenta páginas, la obra se lee con mucha rapidez, en parte gracias a que Manrique acierta con el ritmo de la narración de la laberíntica grabación del disco. Acompañamos a Calamaro, gracias a testimonios de primera mano de músicos, productores, periodistas y del propio cantante, por los distintos estudios, caseros o profesionales, de Argentina, Madrid o Estados Unidos, en los que se va gestando el doble LP.
Esta narración cronológica de la grabación está salpicada por referencias a la turbulenta vida personal que vivía Calamaro en aquella época y que incluía una reciente y dolorosa separación y continuos excesos con las drogas. Sin embargo, en ambos casos Manrique no cae nunca en lo morboso, gracias, sobre todo, a que los amigos y colaboradores del cantante se niegan a dar detalles escabrosos.
El libro está organizado en 37 capítulos cuyos títulos rememoran los de las canciones del disco. Se trata de una forma original de estructurar el volumen, pero que lleva al autor a escribir capítulos excesivamente breves, y con una temática que no siempre se adecua al paratexto, para lograr esa organización especular.
Las numerosas intervenciones de otras voces distintas a la de Manrique enriquecen el libro y lo alejan del análisis solipsista para acercarlo a una visión poliédrica de Honestidad Brutal, aunque creemos que algunos de los fragmentos incluidos, como los de Thomas Frank en el capítulo 36, son prescindibles por alejarse del tema del volumen.
En definitiva, una obra rigurosa y bien documentada dirigida a los muchos seguidores de Andrés Calamaro.
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