Los
extraños, Jon Bilbao, Impedimenta, 2021, 133 págs., 15€.
Que al comienzo de una
novela los protagonistas sean testigos de la aparición de varios ovnis en el
cielo, parece determinar bastante el horizonte de expectativas del lector.
Todos pensaremos que estamos ante una obra de marcado carácter fantástico que
versará sobre este fenómeno paranormal, sus explicaciones y su posible
repetición. Sin embargo, Jon Bilbao emplea este suceso como lo que en el cine
se llama “macgufin”, es decir, un hecho que sirve para que la trama avance pero
que no tiene una importancia decisiva. De hecho, los ovnis sólo poseerán una
relevancia secundaria en una historia mucho más realista de lo que en un
principio podría parecer.
Y es que “los extraños” a
los que el título hace referencia no son tanto los supuestos extraterrestres de
las naves lumínicas que han surcado el cielo, sino Markel y Virginia, dos
invitados inesperados que llegan a la casa familiar de Jon. Este es un escritor
que sobrevive redactando textos técnicos y que ha ocupado la vivienda de sus
padres aprovechando que ellos pasan los inviernos en Canarias. Le acompaña su
pareja, Katharina, una alemana que trabaja como traductora mientras encuentra empleo
en una productora audiovisual. Como vemos, las referencias a la biografía del
autor (un escritor, nacido en Ribadesella, con formación como ingeniero) son
bastantes claras y se configuran ya en una marca de su narrativa. De hecho, la
casa donde se desarrolla la acción y que está situada en la localidad natal de
Jon Bilbao ya aparecía en su anterior novela: Basilisco (2020).
La pareja vive una
relación donde la tensión provocada por varios factores como la inapetencia
sexual, el deseo de él de escribir ficción o de ella de volver a Alemania,
amenazan con derivar en una crisis. En ese momento aparecen dos extraños que
resultan ser Markel, un primo segundo afincado en Chile y del que apenas tiene
recuerdos, y Virginia, una enigmática y fría mujer cuya relación con Markel
bascula entre lo personal (como pareja) y lo profesional (su asistente). El
hombre les cuenta a Katharina y Jon que están recorriendo Europa y que quería
visitar la casa que su abuelo, hermano del de Jon, construyó en Ribadesella.
Los recién llegados se
instalan en la casa, que queda repartida gracias a su peculiar estructura, con
varias alturas y entradas para adaptarse a la ladera donde se encuentra, entre
ambas parejas. Se establece entonces entre ellos una relación ambigua que va
desde la complicidad de algunas cenas, la atracción sexual, los recelos y las
discusiones. Es en este singular rompecabezas entre los problemas de Jon y
Katharina, la peculiar relación de Virginia y Markel, el intento por parte del
escritor de recordar el verano compartido con su primo y los verdaderos motivos
de los visitantes para instalarse allí, que los dueños de la casa irán
descubriendo poco a poco, configuran desde mi perspectiva lo mejor del libro.
En el otro lado de la
balanza, en una novela interesante en su conjunto, está la falta de desarrollo
de algunos temas o la precipitación del final, determinados por la brevedad de
una novela a la que le hubieran venido bien algunas páginas más. Sin embargo,
Bilbao opta por una narración más bien elusiva en el que algunas respuestas
quedan en el aire.
Reseña publicada en El Noroeste:
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