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domingo, 13 de junio de 2021

Videoclub - Aarön Sáez

 



Videoclub, Aarön Sáez, La Fea Burguesía, 2021, 120 págs., 12€.

 

Un síntoma inequívoco de que has dejado atrás la juventud es el hecho de que tu generación comience a cultivar con fruición la nostalgia. Supone este ejercicio que épocas pasadas de tu vida, la infancia y la primera juventud  normalmente, ya están a varias décadas de distancia y son percibidas con esa óptica positiva que los recuerdos colectivos adquieren en los adultos. Es lo que nos ha ocurrido en los últimos años a los nacidos en la primera mitad de los 80, que comenzamos a idealizar aspectos de nuestra vida que a principios de los 90, cuando éramos unos críos, nos parecían de lo más anodino: como los videoclubes.

Es este espacio el que elige Aarön Sáez como símbolo de su infancia por el claro componente generacional que posee: en primer lugar, por la importancia que tenía para los niños y adolescentes de aquella época como espacio donde abastecerse de películas, videojuegos y chucherías. Y, en segundo lugar, por la práctica desaparición de este tipo de tiendas, que quedarán para siempre, salvo resurgimiento vintage en los próximos años, asociados a su época de esplendor: las últimas décadas del siglo XX.

Y es que lo primero que llama la atención de Videoclub es su reivindicación sin tapujos de esa nostalgia reciente y poderosa por los primeros años 90. El autor llena el libro de referentes de la cultura pop de su generación (programas de televisión, competiciones futbolísticas, películas) y construye una historia con un pie en el presente y con el otro en un idealizado pasado de meriendas y videojuegos con gráficos poligonales. El espacio donde convergerán pasado y futuro será el Teka, el videoclub noventero que el inefable David, el protagonista de la novela, querrá reconstruir, más que como un negocio como un museo de un pasado que echa de menos.

Este planteamiento desenfadado del libro, que sigue las peripecias que vive el protagonista ayudado por sus amigos y familiares para abrir el videoclub, esconde una lectura mucho más seria. Y es que David es un treintañero sin oficio ni beneficio, un nini, que parece querer volver al pasado porque el presente no le satisface. Representa a esos jóvenes que no han alcanzado sus objetivos vitales y que se ven anclados en casa de sus padres sin posibilidad de emanciparse.

Además, Sáez sorprende con una variedad de registros asombrosa en una autor novel y en una novela tan breve y, aparentemente, ligera. Algunos capítulos tienen un carácter casi oral, otro refleja un grupo de Whatsapp de los amigos de David o reproduce minuto a minuto la mañana del protagonista o se componen únicamente de diálogos de los personajes o usan el formato epistolar. Además de las numerosas referencias a los años noventa, el autor emplea el recurso de la hipertextualidad: imitar el estilo del texto que toma como fuente. Es lo que hace, por ejemplo, en el capítulo que reproduce un programa del concurso Un, dos, tres, responda otra vez. También emplea algunos giros de la trama habituales en las comedias de Hollywood de los ochenta y noventa, como descubrir que lo que se cree vivir se está soñando, viajar al pasado o que un misterioso personaje aparezca en la tienda.

En definitiva, Videoclub es una interesante novela cuyo envoltorio pop no debe ocultarnos su variedad compositiva y que retrata la infancia de esa generación a la que le parece una gran idea visionar en bucle el Mundial de Fútbol de 1994.


Reseña publicada en El Noroeste:



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