La uruguaya, Pedro Mairal, Libros del Asteroide, 2017, 140 págs., 15€.
Creo que valoramos poco el hecho de que el español sea un idioma global hablado por varios cientos de millones de personas en Europa y en América. Que un lector de España pueda disfrutar con una novela como La uruguaya y conocer, a través de ella, las peculiaridades lingüísticas que su idioma adquiere a miles de kilómetros de donde nació es un tesoro. Porque la lectura de esta novela de Pedro Mairal nos trasporta al Río de la Plata, a la manera de vivir que tienen sus gentes, a través de un lenguaje fresco y de una viveza no siempre bien reflejada en la Literatura.
Porque uno de los valores de La uruguaya es la eficacia con la que Mairal refleja el español de Buenos Aires y Montevideo. Este recurso se convierte en estructural en un libro que describe dos urbes separadas por sólo unos kilómetros de agua, pero que acrisolan la esencia de cada uno de los países de los que son capitales. Además, el escritor argentino otorga a los diálogos de sus personajes una gran autenticidad mediante el uso de un registro coloquial muy bien empleado. El narrador, protagonista a su vez de la novela, también tiene una manera muy particular de relatar lo que le ocurre, donde es habitual el uso de las enumeraciones y del humor hasta para las situaciones más serias.
Esta brillantez en el empleo del castellano porteño y montevideano, apenas discernibles por el oído español poco habituado, tiene una relación directa con la trama del libro. En La uruguaya, un escritor argentino, Pereyra, cuenta un día de septiembre que dinamitó su vida tal y como la conocía hasta ese momento. Con frecuentes flashbacks y saltos hacia el futuro, narra la historia unos meses después de lo sucedido, vamos conociendo un viaje relámpago a Montevideo que tiene una doble finalidad: encontrarse con Guerra, su amante uruguaya, y cobrar en dólares el jugoso adelanto por dos libros que aún ha de escribir y que le ayudará a mejorar su precaria economía. En Buenos Aires deja a su mujer y a su hijo y se embarca en lo que acaba siendo una pequeña aventura en la capital uruguaya.
El triángulo compuesto por su esposa, de la que sospecha una infidelidad, Guerra, una veinteañera a la que apenas ha visto un par de veces y con quien tiene una relación más virtual que real, y por Pereyra, aquejado de la crisis de los cuarenta, forma el corazón de la novela. Al igual que el dinero que espera cobrar en un banco de Montevideo, su amante uruguaya simboliza una forma de escapar de la madurez y de un matrimonio desgastado por el paso de los años. Sin embargo, Pereyra se irá dando cuenta de que realmente conoce poco a Guerra e incluso a su mujer, que también acabará sorprendiéndole.
Con estos mimbres, crea Mairal una novela ágil, divertida y que se lee con rapidez y gusto. Describe con ironía y acierto las miserias del mundillo literario que obliga a escritores como el protagonista a hacer equilibrios para poder llegar a fin de mes. Además, el libro se convierte en la cartografía personal de dos ciudades, Buenos Aires y Montevideo, que representan las dos caras de la vida de Pereyra.
Reseña publicada en El Noroeste:
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