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miércoles, 24 de agosto de 2016

Los impecables - Tatiana Goransky


Los impecables, Tatiana Goransky, Comba, 2016, 173 págs., 15€.
 Abundan en la narrativa actual los relatos protagonizados por escritores. Sin embargo, las dos narraciones que se incluyen en este libro de la argentina Tatiana Goransky se caracterizan por los singulares oficios que desempeñan sus protagonistas. Se produce así un efecto de extrañamiento en el lector, que no está acostumbrado a historias protagonizadas por recogepelotas, buzos, cazatesoros o zahoríes, trabajos de los protagonistas de Los impecables.
El libro está compuesto por dos relatos que, salvo por poner ese foco en empleos poco habituales, son completamente dispares. El primero, la historia de tierra adentro, se titula “Ball boy” y retrata a Manuel, un peculiar joven obsesionado con ser el mejor recogepelotas de su club de tenis. Si logra distinguirse del resto de sus compañeros recibirá el máximo  galardón con el que el joven bonaerense puede soñar: participar en la final de Roland Garros y poder conocer a su ídolo Roger Federer.
En un mundo, el del deporte, marcado por la ambición desmedida y la despiadada competencia entre los jóvenes que aspiran a abrirse paso, Manuel despreció una prometedora carrera como tenista juvenil para dedicarse a su verdadera devoción: pasar pelotas y toallas a los jugadores. Si insólita es esta vocación, más aún lo es Manuel y todo lo que lo rodea; el protagonista de “Ball boy” es metódico en su entrenamiento y repudia todo aquello que puede alejarlo de su sueño, poniendo en un segundo plano sus relaciones personales. El relato se desarrolla parejo a la celebración del Roland Garros de 2009 y la final parisina coincide con el desenlace de la historia, protagonizada por un desquiciado Manuel. 
Si “Ball boy” puede ser considerado como un cuento largo o una novela corta, el otro relato del volumen, titulado “Don del agua”, se acerca a la extensión habitual en la novela. Mientras que Goransky acierta en la concreción del primer texto, creando a un personaje que perdura en la memoria del lector, en el segundo la estructura polifónica y  la presencia de varias tramas mezcladas va en detrimento del interés de la historia.  Aunque se trata de un texto bien escrito e interesante, la mezcla de varios narradores, de distintas modalidades discursivas (diario, narración, investigación periodística) y de saltos temporales obstruye a veces la atención en una historia original protagonizada por una familia peculiar.
“Don del agua” cuenta la búsqueda de un esquivo tesoro marino por parte de dos hermanos muy diferentes. El primero, apodado Capitán, es un carismático marino que reúne a una estrafalaria tripulación para buscar por los mares de medio mundo unos diamantes hundidos. El segundo, conocido como Buzo, es un taciturno especialista en inmersiones subacuáticas que hereda el barco, la tripulación y las ansias de su hermano mayor por encontrar el tesoro. La vocación de ambos hermanos está predestinada desde antes de su nacimiento, en una familia en la que el destino parece marcar la vida de sus integrantes. Así lo hizo con su padre, un zahorí (esos especialistas en encontrar agua de manera aparentemente mágica) cuyos remordimientos por su primer trabajo, con el que ayudó a una secta a establecerse, ha marcado el resto de su existencia. Entre lo mejor de la novela podemos citar al personaje de Oat, un príncipe africano tripulante del barco de los hermanos, y el acertado tono maravilloso, cercano a la fábula, que en ocasiones adquiere la narración.
Reseña publicada en El Noroeste:

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