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lunes, 19 de junio de 2023

Maddie y las fronteras - Edurne Portela

 Maddie y las fronteras, Edurne Portela, Galaxia Gutenberg, 2023, 248 págs, 18,50€.


Propone el género de la biografía lo que podemos considerar una premisa imposible: resumir en unas cuantas páginas toda la vida de una persona. Hasta las existencias más breves y, aparentemente, anodinas se pueblan de recovecos difíciles de recorrer en su totalidad en un solo libro. Estamos acostumbrados a que las grandes biografías de personajes históricos alcancen extensiones de varios centenares de páginas, cuando no se acercan al millar. El biógrafo trata de recopilar el mayor número de detalles posibles de la vida del biografiado para que el lector pueda hacerse una idea aproximada, incompleta pero veraz, de lo que significó su existencia. Este carácter de obra necesariamente parcial que tienen todas las biografías convenció a la escritora Edurne Portela de que la novela era el género más adecuado para reconstruir la vida de María Josefa Sansberro.

Tal y como explica en el extenso y crucial epílogo de Maddie y las fronteras, la autora conoció a través de dos investigadores de Oiartzun la historia de una mujer que llevó una vida repleta de desventuras en el País Vasco francés de la primera mitad del siglo XX. Además de ser testigo, y a veces protagonista, de algunos de los hechos históricos más destacados de las primeras décadas de la centuria, María Josefa, Maddi (pronunciado “Mayi”) tal y como se la conocía, tuvo una personalidad poco habitual entre las mujeres de su época. Ante la escasez de los datos históricos sobre ella que con tesón y mucho trabajo recopilaron los dos investigadores locales, Izarraitz Villaluce y Joxemari Mitxelena, Portela optó por la novela antes de por la biografía. Según explica en el prólogo, la ficción le permitía otorgar a su historia una mayor profundidad y viveza y aunque los detalles o diálogos del libro hayan sido creados siguiendo motivaciones literarias, los principales hechos se ajustan a lo ocurrido en la realidad.

La escritora vasca opta, además, por un tipo de focalización muy peculiar y arriesgada, que justifica en el epílogo, y que nos lleva a conocer la historia de Maddi en primera persona, contada por ella misma, y en presente. Este último recurso a veces ralentiza la narración, ya que obliga a la narradora a contar la acción mientras que está siendo testigo de ella, pero también posee un gran valor: nos permite identificarnos con la protagonista de manera mucho más eficaz que con otro tipo de focalización. Además, la escritora emplea en algunos momentos otras dos técnicas muy útiles para la historia: la segunda persona (con la que Maddi se dirige a Dios o a San Ignacio) o el flujo de conciencia (con el que se recogen de manera directa y desordenada los pensamientos de la protagonista en episodios marcados por la tensión).

Pero si relevantes para determinar la calidad de la novela son las elecciones técnicas de la autora, definitiva es la creación del personaje de ficción de Maddi a partir de la persona real de la que tan pocos datos han conseguido rescatar del olvido los investigadores de Oiartzun. Estamos ante una mujer fuerte, con una personalidad determinada por una vida repleta de dificultades que, sin embargo, no la han llevado a moverse un ápice de sus convicciones e ideales. Así, por ejemplo, a pesar de que se le prohíbe recibir la comunión por ser una mujer divorciada, Maddie no duda en acudir al cura durante la misa en la iglesia del pueblo para que sea él el que se niegue a darle el cuerpo de Cristo a una persona tan religiosa como ella. Estamos, por lo tanto, ante una mujer normal y corriente, no esperen aquí narraciones de aventuras extraordinarias, pero que pasó toda su vida traspasando algunos de las barreras que se le imponían. La lucha de Maddi contra varios de estos impedimentos se convierte en el eje principal de la novela.  

El primer límite que marca la existencia de la protagonista es de carácter geográfico: la frontera. Tras nacer en Oiartzun, Maddi pasa pronto a Francia y vive casi toda su vida en Iparralde, el País Vasco francés. Tras un matrimonio fallido y varios empleos precarios, consigue convertirse en la directora, en realidad, en prácticamente su única trabajadora, de un pequeño hotel rural que ha comprado su amigo Louis. La privilegiada situación de este establecimiento, situado cerca de la montaña que separa Francia de España, permiten que Maddie se convierta en parte de un grupo de contrabandista, a los que da apoyo, esconde y a los que, en ocasiones, se une. El trasiego entre ambos lados de la frontera que en principio tiene una motivación económica, completar los magros beneficios del hotel, deviene en una red de asistencia a disidentes políticos y refugiados cuando las consecuencias de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial llegan hasta este rincón de los Pirineos.

El segundo tipo de límite que traspasa Maddie es simbólico, ya que está dibujado por las convenciones sociales. Su carácter fuerte y decidido, su independencia y la peculiar relación que establece con Louis, una sólida amistad que acaba convirtiéndose en un matrimonio de conveniencia, se convierten en el combustible ideal para avivar las habladurías del pueblo. Si a la ecuación se le suma un niño de origen incierto y el divorcio de Maddie de su primer marido, estamos ante uno de esos habituales episodios de marginación que sufren muchas mujeres en los pueblos por no seguir las convenciones, por ser diferentes. Sin embargo, ni esta ni otras muchas dificultades que sufre la protagonista a lo largo la novela consiguen mellar su fuerza y determinación.

Maddie y las fronteras es un libro cuya mayor virtud es conseguir rescatar del olvido a una mujer valiente y fuerte que supo romper muchas de las barreras que su época le imponía. Además, nos muestra situaciones terribles sufridas por personas cuyo único delito fue el de la valentía y que jamás deben caer en el olvido. Portela consigue, en definitiva, una novela vibrante mediante la creación de un personaje de ficción magnético que recorre los mismos y difíciles caminos que la auténtica Maddie tuvo que recorrer.


Reseña publicada en La Verdad. 



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