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martes, 12 de febrero de 2019

Por qué la literatura experimental... - Ben Marcus y Rubén Martín



Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos. Con unos pinitos de pedantería, Ben Marcus y Rubén Martín Giráldez, Jekyll & Jill, 2018, 160 págs. 15€.

En uno de los fragmentos más delirantes de este ensayo, Ben Marcus cuenta que el escritor norteamericano Jonathan Franzen recibió un día un extraño paquete cuyo remitente firmaba como FC2. El hecho de que Franzen no lo esperara, de que el nombre recordara a firma del terrorista Unabomber (FC por Freedom Club) y, también reconozcámoslo, cierto alarmismo, le llevaron a creer que podía tratarse de un artefacto explosivo. Sin embargo, aquel paquete contenía solamente un libro editado, eso sí, por un sello, FC2, dedicado a esa literatura experimental que tanto odia el autor de Las correcciones. Cuando llegó a mi casa un paquete de parte de la editorial Jekyll & Jyll no pensé en que se trataba de una bomba, no soy tan paranoico como Franzen, pero después de leer el libro me he dado cuenta de que se trata de un artefacto de potente onda expansiva.
Ya el título es una bofetada a las convenciones de la literatura actual: un ataque directo a un autor famoso, el reconocimiento de la pedantería de uno de sus textos y una extensión que hace casi imposible citarlo en cualquier artículo o conversación. El contenido no rebaja el nivel de mordacidad e ironía a lo largo de los tres textos independientes que integran el volumen y que tienen el mismo objetivo: defender la literatura experimental frente a los ataques de aquellos que abominan de la dificultad lingüística o estructural.
He de reconocer que mi primera reacción ante el texto de Marcus fue de sospecha; me gustan las novelas de Jonathan Franzen y temía que un intelectual sabihondo destrozara la trilogía con la que tanto he disfrutado (Las correcciones, Libertad y Pureza). Sin embargo, Marcus no lanza sus dardos contra el Franzen escritor, sino a sus artículos críticos en los que ha sido especialmente beligerante con los escritores que se alejan de la claridad. El autor del texto, muy acertadamente, pone en entredicho que un grupo de literatos de escasa repercusión supongan, tal y como sostiene el afamado narrador norteamericano, un peligro para la literatura. Además, Ben Marcus lanza un ataque directo a la argumentación de su oponente dialéctico asegurando que sus novelas son, según los tests que miden la claridad de un texto (sí, los yanquis tienen este tipo de herramientas), más difíciles que las de autores supuestamente experimentales como William Gaddis.
El segundo texto del volumen es un ensayo que su autor, Rubén Martín Giráldez, define con ironía como “pinitos en pedantería”. El texto es una muestra de erudición sobre el tema: hay decenas de citas, especialmente importantes son las de Rafael Sánchez Ferlosio, y hasta 64 notas al pie de página, mezclada con altas dosis de humor y con un manejo exuberante del lenguaje que se aleja de la prosa funcionarial que tanto abunda por estos lares. Además, Martín Giráldez se adelanta a sus críticos y reconoce que no puede ofrecer un catálogo de narrativa experimental. Quizás peque aquí de exceso de humildad ya que sus últimos libros, Magistral (2016) y El fill del corrector/Arre, arre, corrector (2018), este último pergeñado junto Adrià Pujol, se encuentran entre lo más original publicado en España en esta década.
El libro, que se cierra con otro breve artículo de Marcus (una especie de captatio benevolentia irónica), es, en su conjunto, una lúcida e interesantísima defensa de la literatura más arriesgada y menos acomodaticia.

Reseña publicada en Manifiesto Azul 19.


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