Existe en nuestra sociedad un cuestionamiento sobre el futuro del turismo. Lo que hasta hace unos años se veía como una actividad enriquecedora, especialmente pero no sólo económicamente, para los países que acogían a viajeros de otras nacionalidades, se advierte hoy como una especie de invasión que desvirtúa la vida en las ciudades más atractivas para el visitante. En este contexto en el que la turismofobia ha saltado a la primera plana de los medios de comunicación de nuestro país, Lola López Mondéjar dedica gran parte de los relatos de Qué mundo tan maravilloso al viaje de sus protagonistas.
Y es que los primeros ocho cuentos del volumen, agrupados bajo el epígrafe de “Estos mundos”, siguen el mismo planteamiento inicial: una mujer visita una zona turística. Así, las protagonistas viajan junto a sus hijos, sus maridos, sus amigas o en solitario a Italia, Panamá, Vietnam o Ecuador. Allí reflexionarán sobre el lado menos amable de aquellos paraísos que nos venden las agencias turísticas y se darán cuenta de la peligrosidad de ciertas zonas, de la suciedad de unas aguas que en las fotografías promocionales parecían cristalinas o de las incomodidades que los resorts más remotos incluyen.
Estas mujeres también advertirán que, por muy lejos que viajen, sus problemas, anhelos y obsesiones seguirán a su lado. Si bien los paisajes que contemplan son hipnóticos, las ruinas milenarias y los animales exóticos, el turismo no logra siempre ser ese paréntesis en nuestra cotidianidad que presuponemos cuando hacemos las maletas. Así, las protagonistas de “La sibila de Cumas” y “Una nueva oportunidad” se interrogan en Italia y en Vietnam sobre el futuro de sus matrimonios; Magda, en “Y si seguimos queriendo hasta al final, ¿qué haremos luego?”, recuerda con tristeza a su amiga María que agoniza en un hospital madrileño mientras ella participa en un safari en Botsuana; por su parte, Miriam tiene que afrontar la mala relación que tienen sus hijos mientras toda la familia realiza un viaje a la selva en “Hay delfines rosas en el Amazonas”.
López Mondéjar desnuda en estos ocho relatos al turismo, un fenómeno que se ha convertido para gran parte de la clase media en una breve vía de escape que les permite huir durante dos semanas de la rutina que les atenaza durante las otras cincuenta. Se centra para realizar este retrato social en mujeres, especialmente maduras, que viven acuciadas por lo que la sociedad espera de ellas: que triunfen en su trabajo, que mantengan vivo su matrimonio, que cuiden a sus hijos.
Qué mundo tan maravilloso, un título ambivalente y un tanto irónico por cierto, se completa con una segunda sección: “Mundos futuros”. Los tres cuentos de esta parte se alejan del resto tanto en la forma de los títulos, mucho más breves, como en su carácter más crítico y, por supuesto, en abandonar la estructura de los ocho primeros y los viajes. Estamos ante los relatos más complejos y acertados del libro, ya que abordan con maestría temas incómodos pero que serán centrales en el futuro inmediato de nuestra sociedad. En “Pipa” la adquisición de un robot, una especie de rechoncha muñeca, interferirá en el devenir de un matrimonio; “Apoptosis” pone en juego asuntos como el suicidio y la obesidad; mientras que “Sacrificio” aborda la eutanasia en un futuro en el que sólo se puede procrear si tus progenitores han fallecido.
Reseña publicada en El Noroeste:
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