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jueves, 5 de abril de 2018

Y ahora, lo importante - Beatriz Navas



Y ahora, lo importante, Beatriz Navas, Caballo de Troya, 2018, 253 págs., 15,90€.

Todos los lectores de diarios tenemos bastante de voyeurs. Nos gusta conocer de primera mano la vida íntima de los autores que reflejan, con la distancia de la escritura que se sabe que será publicada, aspectos privados de su día a día y reflexiones personales. Cuando nos acercamos a diarios de escritores conocidos, como los de Andrés Trapiello, existe además un interés por disfrutar del estilo o de la capacidad discursiva de su prosa. Pero, ¿qué podemos esperar de las anotaciones de una quinceañera sobre su anodina vida? La respuesta la responde (parcialmente) Y ahora, lo importantede Beatriz Navas.
El libro se nos presenta como la transcripción del diario que llevó esta crítica de cine madrileña durante los años 1992 y 1993, cuando era una adolescente que comenzaba el instituto. En el epílogo, además de los motivos que le llevaron a publicar el libro y que se explican, en parte, por la intención de mostrar una imagen diferente de aquella simbólica época del pasado reciente de España, Navas afirma que, salvo algunos cambios menores, relacionados con la privacidad de terceras personas, el texto original ha sido respetado. Por ello, lo primero que choca de Y ahora, lo importante es su estilo directo y juvenil, en el que se ha sacrificado la búsqueda de la excelencia en la prosa por la autenticidad del tono y del léxico.
El diario se centra, especialmente, en el simbólico 1992, año en el que “todo” parecía estar pasando en nuestro país. La joven Bea se une a la efervescencia nacional y vive con pasión y orgullo acontecimientos de los que es testigo como las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla o la inauguración del Museo Thyssen en el contexto de la capitalidad europea de la cultura de Madrid. Este retrato directo de la España del 92 es seguramente lo más atractivo del libro; a los grandes acontecimientos se suman los problemas que aquella fachada institucional no lograba tapar como el terrorismo etarra, la inseguridad, la crisis económica, las agresiones racistas, las drogas, etc. Todos ellos aparecen en el diario de Bea tanto en sus propias meditaciones como en los titulares de los periódicos que copia en cada nueva entrada.
Pero Bea es, no lo olvidemos, una adolescente de clase media-alta, algo rebelde e instruida, su conocimiento de música y cine superan a los de los demás chavales de su edad, pero una chica de catorce años al fin y al cabo. Y como tal, el grueso del diario gira en torno a sus relaciones con sus amigas y con los chicos. Durante la mayor parte del libro asistimos a una sucesión de historias adolescentes de fiestas, borracheras, coqueteos con las drogas blandas, enamoramientos y desenamoramientos. Lo que se puede considerar algo lógico en el diario de una chica tan joven acaba convirtiéndose en el mayor defecto del libro, que cae pronto en una monotonía que puede cansar al lector.
Aunque encontramos las frustraciones, el idealismo, la espontaneidad y el miedo al futuro propios de la época, la Bea adolescente apenas cita en estas páginas el principal problema de su vida, tal y como la Bea adulta reconoce en el epílogo, como era la difícil situación provocada por el divorcio de sus padres.


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