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lunes, 16 de enero de 2017

La trayectoria de los aviones en el aire - Constanza Ternicier


La trayectoria de los aviones en el aire, Constanza Ternicier, Comba, 2016, 206 págs, 15€.

La escena elegida por un autor para ser ubicada al comienzo de una novela es una de las decisiones más importantes que ha de tomar a la hora de escribirla. El inicio de todo relato, más aún si estamos ante un cuento o un microrrelato, marca el paso del resto y debe enganchar al lector o, al menos, intrigar a ese tipo de receptor perezoso que abandona los libros que no lo atrapan en unas pocas páginas. Por eso, el primer acierto de Constanza Ternicier en La trayectoria de los aviones en el aire, la segunda novela de esta narradora chilena, es el inicio; las primeras líneas del libro nos describen el despertar de Amaya, la protagonista, del coma.
Este episodio impactante es, como parece obvio, axial en la historia narrada, ya que va a dividir en dos la vida de la joven chilena que es el personaje principal de la novela. Lo sucedido en los días inmediatamente posteriores se irá narrando de manera cronológica y detallada en el libro, mientras que su vida previa y, especialmente, el brote psicótico que la llevó al hospital, aparecerán de manera fragmentaria y desordenada. Amaya, y con ella el lector, irán descubriendo poco a poco que se encuentra en un hospital de Londres, ciudad a la que había ido de visita desde Barcelona, donde residía, y que está acompañada por sus padres, que cuidarán de ella antes de poder volver a Chile.
La lenta recuperación de Amaya provocará una regresión en la familia, que hará que sus padres, divorciados desde hace años, vuelvan a estar juntos y que ella sea de nuevo una niña desvalida que necesita el apoyo de sus progenitores para salir adelante. Además de estos tres personajes presentes en la clínica londinense, el otro actante fundamental en la historia es Aleix, el compañero de piso de la chica en Barcelona, con quien mantenía una relación ambigua, entre la amistad y el amor, afectada por las enfermedades de ambos (él sufre terribles migrañas) y la distancia.  
El relato, que avanza con la lentitud propia de las rehabilitaciones de los enfermos graves, se ubica en casi su totalidad en el hospital inglés de Charing Cross. Desde la mirada irónica de Amaya, se nos descubre un microcosmos muy particular habitado por diligentes médicos, enfermeras solícitas y un cariñoso cocinero oriental que no deja de traerle galletas y té. Este entorno acogedor y lleno, según la a veces alucinada imaginación de Amaya, de personas de ojos azules, contrasta con las clínicas chilenas y, por extensión, todo el país natal, descrito casi siempre desde una perspectiva negativa.
También destaca La trayectoria de los aviones en el aire por la variedad discursiva que encontramos en sus páginas y que ofrece una perspectiva múltiple de la historia de Amaya. Por un lado tenemos al narrador principal, que alterna capítulos en segunda persona, más cercanos a la protagonista, con otros en la habitual tercera persona. Por otro, encontramos fragmentos del diario que lleva el padre de Amaya mientras su hija está internada y que ella le roba en un descuido. Además, las canciones que va escuchando la protagonista, al menos una por cada capítulo, adquieren importancia en la historia.
Con todo ello construye Ternicier una novela interesante y profunda que retrata algunas de las obsesiones de su generación (la emancipación, el amor, la relación con su país) a partir de una experiencia traumática. 
Reseña publicada en El Noroeste:

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