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domingo, 11 de diciembre de 2016

Vosotros, los muertos - Ginés S. Cutillas


Vosotros, los muertos, Ginés Cutillas, Cuadernos del Vigía, 2016, 101 págs., 14€.

Una de las particularidades del microrrelato, género peculiar en muchos aspectos, es su necesidad de impactar al lector. La famosa teoría de Julio Cortázar de que el cuento gana por K.O. se lleva al paroxismo en este hermano pequeño del relato, que posee apenas unas líneas para remover al receptor del texto. Por ello, muchos de los rasgos de la minificción están asociados a ese fin y existen temas que funcionan mejor que otros en estos parámetros textuales. Entre los que mejor acomodo encuentran está la presencia de la muerte, con sus múltiples variantes, de algún personaje. Se trata de un hecho trascendental, pero, a la vez, cotidiano  que desde siempre ha obsesionado al ser humano. En el caso concreto del microrrelato,  algunos de los mejores representantes del género han publicado libros en los que el tema de la muerte está muy presente; a los nombres de Max Aub, y sus Crímenes ejemplares, y Fernando Iwasaki, con Ajuar funerario, podemos unir el de Ginés Cutillas, que entra por derecho propio en esta selecta nómina con Vosotros, los muertos.
En Vosotros, los muertos encontramos diversas variantes sobre ese tránsito entre la vida y el más allá. Hay muertes alegres, “That`s life”; conciencia tras la muerte, “De lo efímero de los rectángulos azules”; extrañas personificaciones de la parca, “Desubicados”; personajes que se burlan de los fallecidos, “Interroguen al sepulturero”; decesos en pleno acto sexual, “La petite mort”; agobiantes descripciones del Más Allá, “El légamos del Hades”; resurrecciones por las que hay que pagar, “El negocio”; o asesinatos inesperados, “Asuntos de familia”. El libro es un amplio catálogo de las distintas maneras que tiene el ser humano de enfrentarse a la muerte y de las insospechadas formas que ésta le puede sobrevenir.
El autor incluye, además, alusiones a algunos de los grandes del género, reconociendo así la deuda contraída con estos referentes; destaca el homenaje a Borges, cuyo nombre de pila se le otorga al bibliotecario de “Recuerdos”. También encontramos lo que el propio autor define como una “micronovela policiaca en veinte capítulos y un epílogo”; se agradece la audacia de Cutillas de intentar dar una vuelta de tuerca al género, si bien el resultado no se encuentre entre lo mejor del libro. Entre los que sí están entre los microrrelatos más destacados del conjunto, que no escasean, podemos citar dos muy diferentes en cuanto a extensión: “El último hombre”, uno de los más largos y redondos, y “Terermoto”, un divertido juego de palabras de apenas un par de líneas.

 Cutillas nos ofrece una obra sólida y de gran interés, un excelente libro de minicuentos, algo no tan sencillo de lograr como la brevedad del género podría hacer pensar. Los autores de libros de minificción caen con demasiada frecuencia en el uso de trucos evidentes, en repeticiones de tono o estilo o en  la acumulación casi infinita de textos,  haciéndole un flaco favor al género, que, por culpa de estas publicaciones fallidas, parece que no resiste la repetición en un volumen de demasiados minicuentos del  mismo autor.  Pero Ginés Cutillas demuestra que conoce muy bien el género, al que le acaba de dedicar el ensayo titulado Lo bueno, si breve, etc. (2016), y evita esos errores en uno de los mejores libros de microrrelatos que se han publicado en España en los últimos años. 
Reseña publicada en El Noroeste. 

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