Homoconejo, Alfonso García-Villalba, e.d.a., 2016, 166 págs., 14€.
Arriesga el escritor murciano Alfonso García-Villalba en su segunda novela, hace un par de años publicó en la misma editorial Esquizorrealismo (2014), y sale victorioso del envite. Es de agradecer que autores como éste, que está comenzando a construir su trayectoria literaria, se salgan de los caminos trillados y nos ofrezcan obras tan personales y originales como Homoconejo. Bien es cierto que, al contrario que aquellos que optan por historias más previsibles y sencillas, esta novela no atraerá a un número elevado de lectores, pero, seguramente, se hará con una recepción selecta y que esperará con ansia nuevos libros de este autor.
Porque Homoconejo es una obra compleja e intrincada como un buen laberinto, concepto central en la novela, pero que, como aquel, se presenta atrayente gracias a la solidez de su estructura. Y eso que el comienzo del libro puede hacer pensar en una de esas novelas alucinadas, en las que el lector se pierde ante reflexiones demasiado abstractas que llevan la trama a callejones sin salida, tras los que hay que volver atrás. García-Villalba evita este camino y sustenta el ambiente onírico, a veces surrealista, del libro con una historia atractiva y bien contada.
Los protagonistas principales de Homoconejo son la pareja formada por M., una arquitecta obsesionada con quedarse embarazada, y el narrador, un fotógrafo que la ayuda en sus proyectos laborales. En la vida de ambos irrumpe un extraño y algo siniestro empresario llamado Cumas Baba, que le encarga a M. la construcción de un laberinto en un paraje desolado del campo murciano. Los otros dos personajes importantes en esta trama (o nivel) principal de la novela son V., amigo y consejero del narrador, y Pitia Calipso, la enigmática ayudante de Cumas Baba. M. decide construir un laberinto diferente, subterráneo, en varios planos, con escaleras que los comuniquen, y con una fuente de agua en el centro.
Esta peculiar forma que posee el proyecto que M. presenta al empresario tiene su correlato en la propia estructura de la novela, organizada también en varios planos que se interrelacionan y cuyas fronteras son porosas. Además del plano “real” que acabamos de resumir, el libro otorga mucha importancia a los sueños que tienen los protagonistas. Gracias a una droga conocida como Beta, los personajes son capaces de adquirir cierta consciencia en los sueños, que se acercan y se confunden con la vigilia de manera laberíntica. Entre las injerencias que se producen entre ambos niveles destaca la figura de W., un doble de M. del que el narrador se enamora. En un tercer plano de la historia estarían las referencias a Hombre pasea Conejo, el libro escrito décadas atrás por el padre del narrador y cuyo protagonista, un conejo llamado Sr. Kerényi, se cuela a menudo en sus sueños.
Además de temas como el desdoblamiento de la identidad, la porosidad de la frontera entre vigilia y sueño y el uso de drogas recreativas y sus consecuencias, el libro es también una sátira de los desmanes urbanísticos acaecidos en las últimas décadas en la Región de Murcia. Cumas Baba es una mezcla de empresario de la construcción murciano y supervillano con ínfulas de grandeza que vive entre el ático de una torre de pisos que se quedó a medio construir en el Campo de Cartagena y su mansión en la Isla del Barón del Mar Menor.
Reseña publicada en El Noroeste:
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