La edad media, Leonardo Cano, Candaya, 2016, 318 págs, 18€
Los críticos solemos ser condescendientes con las óperas primas. En la Literatura, y especialmente en la narrativa, la experiencia del autor suele ser un atributo al que se le otorga demasiada importancia, por lo que se espera poco de los escritores primerizos y se les disculpa con benevolencia sus errores. Sin embargo, de vez en cuando leemos debuts como este de Leonardo Cano que demuestran que una novela puede resultar sólida aun siendo la primera que su autor ofrece a la imprenta.
Porque La edad media es una obra cuya ambición estructural, se trata de tres historias entrelazadas que cuentan tres épocas distintas del trío protagonista, queda sustentada por una trama de gran interés, con un clímax final en el que las tres historias se unen, y con una originalidad discursiva que se encuentra entre lo más destacado del libro.
La primera de las historias, desde el punto de vista cronológico, narra mediante un narrador colectivo con un tono cercano a la oralidad la adolescencia de un grupo de alumnos de un colegio privado, el Bosco. Cano retrata con precisión el lenguaje, los gustos estéticos y las relaciones sociales, cargadas de una brutalidad que tratarán de olvidar años después, de estos chicos de clase alta de los años noventa. Aunque asistamos a los diversos ritos de iniciación que todos ellos han de pasar, esta parte del libro se centra en Gómez, el hijodelRana, que tratará de escapar durante los años de instituto de su condición de marginado que su obesidad, sus aficiones culturales y su clase social inferior al resto le han conferido en el colegio.
Uno de sus pocos amigos en la época escolar, Fauró, será el protagonista junto a su novia Julia de la segunda sección, ubicada en torno al año 2010. Leemos en ella el chat en el que desde el inicio mismo de la relación ambos conversan con mayor frecuencia de la que se ven, debido a que viven en ciudades distintas. Desde un punto de vista narrativo esta subtrama puede parecer la más insustancial, ya que en ella tan sólo asistimos a charlas banales sobre los proyectos profesionales de la pareja, sus celos, sus intimidades y sus resquemores. Sin embargo, el autor logra ofrecer un alto grado de verosimilitud a este chat, respetando incluso las incorrecciones ortográficas habituales en este formato, para realizar un retrato íntimo de una pareja de jóvenes de clase media-alta en la que ella parece más preocupada por ascender laboralmente que en volver a la ciudad de origen, tal y como él demanda constantemente.
Otro de los ex alumnos del Bosco, Moya, es el protagonista de la tercera historia, relatada por un narrador en tercera persona más convencional. Mientras que el resto de compañeros de promoción han ido ocupando esos trabajos bien remunerados de los que ya disfrutaban sus padres, Moya es un abogado que languidece como administrativo en un juzgado. Azuzado por el éxito de sus antiguos compañeros y por la frustración por desempeñar un puesto para el que está sobrecualificado, caerá en la corrupción para poder ocupar en la sociedad ese lugar que cree merecer. Su destino acabará mezclándose con el de sus antiguos compañeros, Gómez y Fauró, de manera sorprendente.
La confluencia de estas tres historias al final del libro terminará por completar esta magnífica radiografía generacional que es La edad media.
Reseña publicada en El Noroeste.
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