Los vivos y los muertos, Edmundo Paz Soldán, Alfaguara, 204 págs., 2009, 15€.
Los autores latinoamericanos afincados en Estados Unidos suelen centrar sus obras en las vicisitudes de los millones de latinos que habitan este país. Algunos, como Junot Díaz, han logrado retratar muy bien ese choque de culturas en sus novelas. Edmundo Pazo Soldán, boliviano residente en Estados Unidos desde principios de los noventa, huye de los tópicos asociados a los latinos y retrata en esta perturbadora novela a la sociedad yanqui.
Los vivos y los muertos narra una serie de muertes y asesinatos que ocurren durante varios meses en la tranquila y tediosa localidad de Madison. Sobre esta ciudad inventada, situada por el autor en el interior del estado de Nueva York, cae una especie de maldición que afecta a los adolescentes, víctimas a lo largo de la novela de una serie de accidentes, suicidios, asesinatos pasionales, violaciones, etc.
El argumento, tomado parcialmente de unas muertes reales ocurridas en la ciudad de Dryden, nos muestra a una sociedad enferma en la que los adolescentes tienen que bregar con la incomprensión o la lascivia de los adultos y con el sino de la desgracia. Paz Soldán huye de los tópicos y nos presenta a chicos populares, deportistas o cheerleaders, con inquietudes y pensamientos profundos.
Uno de los aciertos de la novela es su carácter polifónico. Los hechos nos son presentados en capítulos breves por distintos personajes que se convierten durante unas páginas en narradores en primera persona que ofrecen su perspectiva de las muertes que asolan Madison. Entre estos narradores no sólo están los adolescentes, sino también algunos adultos y Junior, un niño que ofrece su particular punto de vista de los sucesos.
En Los vivos y los muertos Paz Soldán nos ofrece una gran novela a partir de una inquietante trama y de una estructura perfectamente construida.
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