Bajo treinta. Antología de nueva narrativa española. Varios autores. Salto de Página. 2013. 11'90 €.
La industria editorial siempre ha sido muy amiga de las generaciones o grupos. Algunas etiquetas, como la de los "novísimos", tuvieron bastante éxito, mientras que otras más recientes, "los mutantes", cayeron en el olvido. En el último año han aparecido dos antologías de narradores jóvenes (menores de treinta años) siguiendo esta estela.
El responsable de la que vamos a reseñar, la otra es Última temporada de Alberto Olmos, es Juan Gómez Bárcena, un escritor de 28 años que agrupa en Bajo treinta a sus compañeros de generación. Se trata de un libro que recoge cuentos o capítulos de novelas de catorce autores nacidos después de 1982. El resultado es desigual, pero cumple su objetivo de presentar, para quien no los conociera, a algunos de los nuevos narradores españoles más interesantes.
Entre los textos, destacan varias temáticas. En primer lugar, podemos citar varios relatos relacionados con la familia. En el de Juan Soto Ivars, el narrador se dirige, con un estilo marcado por el uso de la segunda persona y las oraciones extensas, a su peculiar madre; el relato de Aloma Rodríguez cuenta desde la cotidianidad el entierro de un abuelo; familiar que también protagoniza el de Víctor Balcells; por su parte, Irene Cuevas retrata el erotismo doméstico de una madre.
Otra temática sería la relacionada con la propia juventud de los protagonistas, que aparece de distintas formas en los relatos de Marta González Luque, Cristian Crusat o Julio Fuertes Tarín. En ellos asistimos, respectivamente, al retrato de un amigo con una personalidad hipnótica, a una noche de San Juan en la playa y al despertar sexual en un circo.
El antólogo opta por recopilar, además de relatos, capítulos de novelas y, en la mayoría de las ocasiones, sale bien parado ya que se trata de textos que se pueden leer de manera independiente. Entre los capítulos podemos citar, por alejarse en el tono de los otros textos, el original pueblo, regido por unas normas muy particulares, que crea Jenn Díaz en "La viuda".
Del resto de fragmentos o relatos nos quedamos, por poseer una calidad que nos hace interesarnos en el resto de la obra de la autora, con el realismo sucio del relato de Aixa de la Cruz y con la autoficción del capítulo de Cristina Morales. En el lado contrario de la balanza, se encontrarían los textos de Almudena Sánchez, María Folguera y Guillermo Aguirre, cuyas lecturas son prescindibles.
De todas formas, recomendamos este libro que sirve, más que como antología, como panorama para dar a conocer nuevas voces.
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